Maestro Albéitar. Primera parte
Maestro Albéitar. 1ª parte.
Volver la vista atrás, cuando han pasado ya tantos años, da vértigo.
Da vértigo pensar en todo lo que has dejado atrás, en todos los momentos vividos, todos los pasos andados; pero, como decía Karina, volver la vista atrás también es bueno a veces, así que es eso lo que queremos hacer hoy, en este primer post.
Y si volvemos la vista atrás, a nuestros comienzos, encontramos siempre esta palabra: albéitar, que muchos no sabréis qué significa.
Albéitar es una palabra de origen árabe que se empleaba para nombrar a las personas que curaban a los animales antes de la actual “veterinario/a”.
Y “Maestro Albéitar” era el título de una revista mensual que los alumnos de la Facultad de Veterinaria editaban con la pretensión de ser la voz de los pasillos, una revista con vocación de informar, divertir e intentar arreglar todas las pequeñas grietas que existían en la convivencia del centro.
“Maestro Albéitar” era el reflejo más o menos fiable de la opinión de los alumnos
Los artículos, unos firmados, otros anónimos, expresaban ideas compartidas por muchos de ellos.
Y éramos nosotros los encargados de fotocopiar (sí, fotocopiar, no existía todavía la impresión digital que empezó a desarrollarse a principios de los años 90) la revista.
Hablo de los años 1985-1991.
En el 89 comenzamos nuestra andadura en la UCO con la adjudicación del servicio de reprografía de la Facultad de Veterinaria, pero en los años anteriores, desde 1985, año en que Don Folio abrió por primera vez sus puertas, hasta el citado año 1989, la cercanía entre veterinarios y amarillos era significativa por nuestra proximidad con la FaVe, que entonces se encontraba ubicada en el edificio del actual Rectorado, en la avenida Medina Azahara, muy cerca de donde se encuentra nuestro centro.
En “Maestro Albéitar” había espacio para todo, para chistes, poemas, críticas, un toque de porno, caricaturas…
Decía André Gide que todo lo que necesita decirse, ya se ha dicho, pero, como nadie estaba escuchando, todo tiene que decirse de nuevo; eso era “Maestro Albéitar”: un lugar en el que encontrar todo lo que ya se ha dicho y todo lo que tiene que decirse de nuevo, todo lo que hoy, igual que ayer, podemos oír si nos paramos a escuchar por los pasillos, en el bar, en reprografía, en los jardines.
Los suspensos, las esperanzas frustradas, los agobios en tiempo de exámenes, las quejas por las colas en reprografía, las quejas de profesores, las quejas por…
Quejas, muchas quejas.
Pero siempre con humor, mucho humor.